domingo, 16 de agosto de 2009

Traumas de mi vida

Después de unas (no tan) merecidas vacaciones, regresaré el próximo lunes a la escuela a empezar el séptimo semestre de mi carrera, pero antes, les cuento algo que me pasó en el hermoso, hospitalario y rústico municipio de Texcoco, Estado de México, en un pueblito cuyo nombre no mencionaré por que se me inchan los webos.

Como había comentado en el intento de post 100 (sé que estuvo de la verga, tú sabes que estuvo de la verga, todos sabemos que estuvo de la verga, ya no jodan, pero estaba en un ciber con windows vista, no tenía ganas de hacer nada en esas computadoras del demonio) en el pueblito no había drenaje; bueno, creo que sí, pero la casa donde viví estas semanas carecía de eso y de luz eléctrica, un reto al imbécil conchudo y huevón toluqueño promedio.

Lo que significa dos cosas:

1) Adios, oh cómodos y fríos retretes
2) Hola, cualquier otro lugar que se preste para cagar sin ser visto por cualquier ser humano.

Esto, resultaria lógico para muchas personas pero para mí, en aquél momento de angustia en el que quieres dar a luz al topo y nomás no sabes qué (o dónde) hacer; el chiste es que me encoontraba en una casita a la mitad del cerro con mi papá y unos sobrinos que se estaban haciendo pendejos después de comer como marrano muerto de hambre (me incluyo). Comimos carnitas y bisteces con nopales asados, frijoles y huevo. Yo ya no aguantaba el desmadre en mi estómago y me fuí en putiza a buscar dónde dejar mi pecadillo y econtré una barranca donde podría tener algo de privacidad y poder sacar al demonio.

El chiste es que me metí a una pequeña barranca custodiada por unos arbolitos y arbustos a fin de obtener un poco de privacidad, dicha barranca tenía una pequeña pendiente en donde deposité mi pecadillo; todo iba de acuerdo a mi plan, los pantalones abajo y lo suficiente mente alejado de mi culo para que no pueda resultar manchado, las nalgas al aire apuntando lo más lejos posible de mí, el papel higiénico cuidadosamente guadrado en un bolsillo, listo para cuando se ocupe, tla y como pueden ver en el siguiente diagrama.

Noten la seguridad y solemnidad en el rostro del monito que me representa

1) Es el borde de la barranquita donde me metí, por ahí circulan los carros que llevan al inciso 4.
2) Una pequeña pendiente del terreno que no tomé en cuenta a la hora de aventar el muerto (la cosa entre roja, café, negra y naranja es mi caca).
3) Un pedo.
4) La casita donde estuve viviendo.

Con lo que no contaba era que la gravedad me hizo una broma y se puso pendeja conmigo, al momento de caer al piso, rodó por la pendientey se acercó rodando hacia mis pies y pantalón, a lo que reaccioné con los reflejos de un gato (un gato pendejo, de seguro) y me levanté con mis cosas al aire dando pasos tan rápido como los pantalones abajo me lo permitieron, dí unos 4 pasos cuando me dí cuenta que por la pendiente (marcada por el inciso 1) iba pasando un vocho con mi mamá, unos sobrinos, un primo y una tía, todos se dieron cuenta de mi presencia (pues claro que se dieron cuenta de la presencia de un pendejo con la verga al aire y el pantalón abajo que viene de cagar).

Yo, extremadamente apenado como pocas veces en mi vida, sólo me reí nerviosamente y me medio subí el pantalón (con cuidado, porque todavía debía alejarlos de mis pompis y esperar a que se fueran para limpiarme el culo) y aprendí otras tres cosas de la vida aparte de los dos puntos antes mencionados:

1.- Debo buscar otro lugar para hacer mis necesidades.
2.- Mis familiares no me volverán a ver igual.
3.- A mis 20 años de edad, todavía no sé cagar.



3 comentarios:

  1. Grandes lecciones aprendiste jajajaja.... que mal que lo aprendiste a los 20 años y no a los 3 como cualquier chamaco..

    naa.... ya me imagino la pena y la verguenza...

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  2. jajajjajajjjajjajjaajaaj!!!
    pero más jajjjajajjajajjajajaja!!
    y más jajjajjajajajajajjajajjajjajajja!!!
    ay! perdón!
    pero neta estuvo de poca la verguenza que pasaste, tómalo positivamente, todo quedó entre familia, tu ma ya te la conoce desde que naciste, y para los demás fue una gran sorpresa...
    Que tal si fueran tus cuates? No te la acabas eh!

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  3. Si mi madre me hubiera visto así, ella hubiera dicho una frase que suelen decir las jefas para que no nos avergoncemos pero que nos hace sentirnos miserables y pedir a los cuatro jinetes del apocalipsis que nos empalen hasta el fin de los tiempos: "Ay hijo, si desde pequeño te vi tus cositas, ni modo que no las vea ahora, yo fui la primera en conocerlos así que no tienes de que avergonzarte"

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